Una de las características de la comunidad ultraortodoxa judía en Israel es el recato en la vestimenta femenina. Quien camine por los barrios habitados por esa comunidad en las diversas ciudades de Israel podrá ver varones girando la cabeza o tapándose los ojos al paso de una mujer vestida con menos castidad, y los jóvenes y las jóvenes llegan a sus bodas, generalmente a los dieciocho años, sin la instrucción sexual más básica.
Pero cuando ya por lo menos dos tercios de los judíos ultraortodoxos tienen acceso a Internet por medio de sus teléfonos celulares, no sorprende que el tema de los acosos y abusos sexuales surjan a la superficie con el impacto de un volcán.
Tres semanas atrás se suicidó el conocido escritor ultra religioso Chaim Walder luego de que el diario Haaretz publicó una información en la que se le acusaba de crímenes sexuales contra una veintena de personas, incluidos, niños, lo cual él negó.
Haaretz había informado en marzo que Yehuda Meshi-Zahav, fundador de la organización de respuesta de emergencia Zaka y ganador del Premio Israel, mayor distinción pública del país, abusó sexualmente de niños, niñas y mujeres. Meshi-Zahav, quien calificó la versión como «mentira», también intentó ahorcarse en abril antes de que se diera una nueva denuncia sexual en el canal N12.
Rabinos pedófilos, al igual que los casos de curas católicos ya repudiados por el Vaticano, ya fueron juzgados por sus faltas.
«Me sentía culpable»
Avigayil Heilbronn, quien fundó la organización «Lo Tishtok» para apoyar a las víctimas de abuso sexual de los haredim, asegura que la comunidad ultraortodoxa se encuentra nerviosa.
Las denuncias contra Walder marcaron un «golpe extraordinario», dijo la mujer de 33 años divorciada y madre de dos niños, quien se define como una ortodoxa moderna.
Que un «ícono cultural» como Walder pueda ser un depredador obligó a los haredim a considerar si pueden «confiar en alguien», indicó Heilbronn a la AFP.
La comunidad ultraortodoxa conforma 12% de la población israelí, de 9,3 millones.
Los haredim no son un grupo homogéneo, pero cada uno dice vivir en concordancia estricta con la ley judía.
La más reciente revelación de comportamiento inadecuado surgió este mes cuando el diario Yediot Ahronot publicó que un personaje radial ultraortodoxo asaltó a tres mujeres, una de ellas menor.
Adiel Bar Shaul, un ultraortodoxo de 43 años de la ciudad de Bnei Brak, cerca de Tel Aviv, contó su experiencia de ser abusado como niño.
Shaul dijo que fue violado varias veces cuando tenía 10 años por un allegado de su familia, también ultraortodoxo.
La primera violación ocurrió cuando la familia de Shaul recibió a su atacante para el shabbat, un período sagrado de descanso y oración para los haredim, indicó a AFP.
«Comenzó regalándome pegatinas. Luego, a cambio, ponía mi mano en sus pantalones», recordó Shaul, quien guardó silencio la mayor parte de su vida antes de dar a conocer su caso.
«Yo era un niño, no entendía… Estaba solo, estaba extremadamente avergonzado y me sentía culpable», comentó Shaul, quien ahora trabaja con víctimas de asalto sexual.
500 llamadas por mes
Josiane Paris, voluntaria del Centro de Crisis Tahel en Jerusalén, que apoya a niños y mujeres en comunidades judías, dijo que las víctimas generalmente guardan silencio.
«Tienen miedo de lo que dirán las personas y vecinos en la escuela o la sinagoga», comentó a AFP.
Cuando el centro abrió su línea de crisis hace tres décadas para ayudar a víctimas de violencia doméstica, asalto sexual y violación, las llamadas no eran muy frecuentes.
«Hoy día recibimos unas 500 llamadas por mes», indicó Paris, prueba de que el movimiento «Me Too» impactó a las comunidades religiosas israelíes.
Las mujeres victimizadas ya no callan. Cuatro películas realizadas últimamente por cineastas religiosas son prueba de los cambios culturales que se están produciendo en esa sociedad.
Fuente: RFI