Entre otros aspectos, extiende desde los 18 hasta los 35 años la edad del menor en la que prescriben los delitos, establece una única declaración ante el juez para los menores de 14 años y los discapacitados, endurece las condiciones carcelarias de los condenados por agresión y obliga a todas las instituciones, en especial a los centros educativos, a denunciar inmediatamente cualquier indicio de violencia contra niños o adolescentes.
Grietas en la nueva ley de protección de la infancia al no contemplar la violencia institucional
